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"Leyenda Zapoteca del Mezcal..."

  • Foto del escritor: axoonduc02
    axoonduc02
  • 9 abr 2018
  • 2 Min. de lectura

Cuentan los ancestros...

Cierto es que hubo una vez una diosa insensible y soberbia, aunque muy dadivosa. Su cuerpo semejaba el tronco de un agave, pero no eran pencas lo que de él sobresalía sino cuarenta mil senos. De ellos brotaba el elixir que consumían quienes la veneraban en la tierra; era Máyatl, deidad zapoteca del mezcal.

Fría e inasible, se conectó por primera vez con sus sentimientos y sus sentidos cuando comenzaron a formarse unos gusanos en su corazón. Y quedó para siempre atrapada: así, conoció la excitación, el deseo y luego el amor. Muy pronto se enamoró de un apuesto y valiente, pero tímido guerrero, llamado Chag.

Como era mortal, a pesar de que también se sentía atraído a Máyatl, Chag era incapaz de aspirar a una diosa: no se consideraba digno de sus favores. Fue un amor imposible hasta que un día Máyatl, en un lance desesperado, tuvo a bien ofrecerle a Chag el más hermoso y frondoso de sus senos para que de él bebiera el elixir que manaba de sus entrañas. Y bebió y bebió hasta que, embriagado, el guerrero imploró a la diosa: "hazme dios o hazte mujer:...".

Máyatl se emociona profundamente, pone su mano en el corazón de él y lo eleva al nivel de los dioses.


El guerrero Chag abraza fuertemente a la diosa Máyatl. Hace el amor intensamente durante siete días y siete noches. Se elevan ligados por la atracción que ambos sienten y se quedan en los cielos para siempre a contemplar en las claras noches zapotecas la creación de los dioses.

Allá están, en lo alto. Amantes y amados. Por ellos, los hombres saben que la fuerza del amor rompe con cualquier diferencia.


 
 
 

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